sábado, 22 de enero de 2011

José Carlos Bermejo Barrera: Cómo marear a los estudiantes.

En la mitología política actual la figura del estudiante rebelde constituye un motivo decorativo, como los pañuelos palestinos, pues es de buen gusto alabar la rebeldía de los estudiantes del pasado, a la vez que se procura que los del presente sean cada vez más dóciles. Ello se logra fomentando la competencia entre unos jóvenes que van a tener un futuro muy dificil y sumergiéndolos en embrollos normativos.

Sería un gran ejemplo el Estatuto del Esudiante Universitario, publicado en el BOE el 31 del XII de 2010, entre las uvas y el champán, y en el que se regula en 27 páginas de letra menuda toda la vida de los estudiantes.Los estudiantes tienen unos derechos que van de la a) a la x) en el art. 7, y otros que van de la a) a la i) si estudian un grado,y de la a) a la j) si cursan másteres..

Se les dicen que van a gobernarse a sí mismos gracias al Consejo de estudiantes universitario del Estado, un órgano, pensado en el año 2001 por Pilar del Castillo y ahora puesto en práctica. En él, presidido, nada más ni nada menos que por el Ministro, cada universidad, pública o privada, tendrá un representante, de modo que a los estudiantes de las universidades privadas (11,3%) se les asigna el 33% de los votos, quedando el 67% restante para 1.244.465 estudiantes de las universidades públicas.

Del mismo modo a Madrid le corresponderán 13 votos, a Cataluña 11 a Andalucía 10 y a Galicia 3 y Asturias, Cantabria, Extremadura y otras 1, porque sólo tienen una universidad pública y ninguna privada. A esos estudiantes-diputados los elegirán los Consejos de Gobierno de sus Universidades entre aquellos que hayan sido previamente elegidos como miembros del Claustro.

Dado que la participación estudiantil en las elecciones a los Órganos de Gobierno de las Universidades suele rondar el 5%, que se dan casos en los que hay más puestos que candidatos y que hubo candidatos que ni siquiera se votaron a sí mismos, parece poco democrático que los sindicatos estudiantiles, las organizaciones de estudiantes o las juventudes de los partidos políticos no tengan representación en este órgano que parece un remedo del antiguo SEU (Sindicato Español Universitario).

Es curioso que el estatuto del estudiante vaya a ser seguido por el Reglamento disciplinario que se aplicará a los estudiantes a partir del año 2011 y que se diga que es obligatorio reconocer a este órgano como único medio de interlocución válido entre el Ministerio y los estudiantes de toda España. Ese Consejo es un órgano de gobierno con importantes funciones: informar los mapas de titulaciones y establecer los criterios de las becas públicas, que no interesarían a los alumnos de las universidades privadas (33% de los votos), a menos que se vayan a dar becas para ir a éstas

Da la impresión de que el futuro de los estudiantes no le importa mucho al gobierno. Crece el procentaje de parados, a pesar de que se pueden cursar 408 másteres y 239 doctorados diferentes en Cataluña, impartidos por 16.831 profesores, o 261 y 221 impartidos por los 19.959 profesores universitarios de Madrid, o los 137 y 87 respectivos que corresponden a los 5.140 profesores de las universidades gallegas. Este disparatado número de titulaciones y profesores no garantiza el empleo de sus estudiantes, a los que el gobierno tiende una trampa obligándolos a participar en un sistema complejo casi imposible de entender, pero en el que a los futuros desempleados se les enseñará a ser autonómos, responsables, razonables, justos y compresivos con los demás (art.63) en un mundo en el que reina la competencia más salvaje. Vale.

Extraído de: firgoa.usc.es

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